domingo

LAS 5 NECESIDADES DEL JOVEN ADOLESCENTE


A veces los padres no sabemos cómo actuar o acompañar a nuestro hijo adolescente, estamos llenos de buenas intenciones pero sentimos que cualquier acercamiento se siente falso o inadecuado por el comportamiento de alienación que el joven generalmente presenta, cabe mencionar que la mejor manera de facilitar la comunicación es asumir hacia ellos actitudes de simpatía, aceptación, aprobación, apoyo, estimación y respeto, fortalecer en ellos un auto concepto positivo y sano mostrándoles nuestra confianza ante sus elecciones, debemos ayudarlo a desarrollar su conciencia crítica y reflexiva hacia los demás y hacia sí mismos, inducirlos a conocerse y reconocerse, autoevaluar aquellas cosas por mejorar y crear herramientas para desarrollar sus potencialidades, a continuación encontramos cinco acciones concretas que deben convertirse en compromisos con nuestra propia labor como padres.

  1. Autocontrol. Aunque una de las características principales de la adolescencia es el desbordamiento afectivo, debemos procurar que los jóvenes reconozcan sus propios sentimientos, los identifiquen, así como sus reacciones comportamentales a los mismos y con el ejemplo mostrarles que todos podemos controlar dichas reacciones en beneficio de relaciones interpersonales más sanas y el logro de metas a largo plazo. Es mostrarles que las consecuencias lejanas del “no dejarse llevar” son mucho más positivas que el arrepentirse luego por lo que se dijo o se hizo mal, pero esto solo se logra a través del modelamiento, si es necesario debemos “agachar la cabeza” de vez en cuando y aceptar frente a ellos las equivocaciones, y sobretodo callar en lugar de responder sin pensar a pesar del reto o la afrenta.
  2. Autonomía. Todo niño, joven o adulto están en la capacidad de tomar sus propias decisiones, se trata de buscar los momentos o situaciones oportunas para enseñarles a pensar y evaluar las consecuencias de sus acciones de una manera objetiva y una vez tomada la decisión apoyarlos frente al fracaso y alabarlos frente al acierto, orientarlos en la búsqueda de sus metas pero enseñarles que solo se logran con esfuerzo, reflexión, paciencia y aprendizaje.
  3. Agradecer los errores. Así como el adulto no puede ser un superhéroe para su hijo adolescente, tampoco puede esperar su hijo lo sea para él, con el ejemplo debemos enseñarles a aceptarse en lo bueno y en lo malo, la crítica constructiva y no el juicio que destruye, pedir perdón en el momento indicado y con sinceridad, responsabilizarse de las faltas y hacer lo necesario no solo para corregirlas sino para aprender de ellas, los errores deben servir para acercarnos como familia, tu aceptas mejor a quien amas, y amas mas a quien aceptas tal como es.
  4. Relacionarse. Favorecer el establecimiento de relaciones interpersonales de todo tipo ayuda al joven a ampliar sus horizontes, a vislumbrar formas cada vez diferentes de afrontar la vida, le entrega más opciones para evaluar y entre más opciones tenga, más posibilidades de acierto existen, muchos padres erran al limitar la búsqueda de vínculos emocionales solamente dentro del núcleo que ellos aceptan pensando que acercarse a otras maneras de pensar que ellos tal vez no consideran tan “sanas” llevarán al joven al fracaso o a situaciones indeseadas, sin embargo, este es el mayor ejemplo de falta de confianza en el criterio de su hijo, por lo que se convierte en un arma de doble filo, porque al hacerlo lo están guiando en la búsqueda de lo prohibido, que termina siendo más llamativo para él que la misma decisión, confiar en su criterio para elegir lo bueno o lo malo es confiar en nosotros mismos y en la educación que le hemos brindado, es mejor estar cerca y mantener el control y no alejarnos generando el descontrol total.
  5. Escuchar. Esta es quizá la meta más importante pero quizá la más difícil en las relaciones humanas, por algún extraño motivo a ninguno de nosotros nos han enseñado realmente a escuchar al otro, léase bien escuchar que es diferente a oír, la comunicación se ha constituido a través de los tiempos en la base de todo tipo de conflictos a nivel personal, de pareja, social, laboral, internacional incluso y por supuesto en la relación padre e hijo. Solamente si escuchamos al otro, lo que quiere decir realmente, podemos entender cómo ve su realidad, que busca, hacia donde va y que espera de nosotros.

viernes

LA "CRISIS" DE LA ADOLESCENCIA


El adolescente desea construir su propio mundo, debido a su deseo de autoafirmación aparentemente muestra seguridad frente a sus decisiones, a veces son un poco intransigentes, sin embargo lo hacen simplemente como una respuesta a su propia inseguridad que si es leída con respeto por sus padres se puede convertir en una herramienta útil para generar confianza en la relación padre-hijo y en la relación del hijo consigo mismo. Este respeto es importante porque los jóvenes son excesivamente sensibles a la opinión social y las críticas, y si estas son en público los afectan mucho, en lugar de grandes discursos, regaños o interrogatorios sin sentido prefieren el dialogo, pero un dialogo sincero y honesto, respetando la opinión del otro, en una gesta dialéctica en la que no necesariamente se sabe de antemano quien será el ganador, buscan en sus padres modelos auténticos y son suficientemente inteligentes para identificar cuando lo que se dice no es congruente con las acciones, el padre no necesita ser héroe en esta etapa sino ser humano con principios y valores.

Los jóvenes muchas veces se encierran en sus propias preocupaciones “rumiando” sus problemas, hormonalmente sus emociones están desbordadas, es por eso que pueden pasar de estados de tristeza a rabia o alegría con facilidad presentando comportamientos un poco histriónicos (exagerados) en principio, buscan sentirse comprendidos y aceptados por sus amigos, es esta etapa en la que generalmente comienzan las relaciones más intimas y duraderas y por esta misma exacerbación del significado de la amistad, la lealtad y la confianza, cada fallo en la relación se convierte en un gran vacío emocional difícil de comprender para un adulto, quien generalmente se olvida de la importancia que tenían sus propias relaciones en esta etapa, regularmente los adultos tendemos a menospreciar el significado que el adolescente le da a sus problemas, sobreponiendo los propios (financieros, laborales, etc.) frente a los del joven, debemos comprender que cada etapa de la vida (desde el neonato incluso) carga sus propios “problemas” que deben aprenderse a afrontar, los cuales nos preparan para la siguiente etapa y que los hayamos vivido y sean ahora “fáciles” de superar no quiere decir que no sean significativos en la existencia del otro, aprendimos lo necesario pero ellos (los adolescentes) desean y deben darle la importancia que se merecen.

Su visión del futuro es bastante incierta, presentan una fuerte incertidumbre debido a que se ven obligados a tomar gran cantidad de decisiones que reconocen pueden cambiar su futuro, a veces se pueden sentir como pequeños niños queriendo salir a enfrentarse a un mundo para el que no saben si están preparados, pero su enorme deseo de experimentar los impulsa a hacerlo, es en este momento cuando más apoyo y afecto necesitan, porque estos les producirán la autoconfianza que requieren para salir a volar en el momento indicado, este es un punto contradictorio y difícil para el padre o madre porque generalmente son ellos quienes menos preparados están para la partida de su hijo y sus propios comportamientos de retención y duelo (por separación o soledad) producen efectos negativos en el joven haciéndolo más inseguro y por tanto menos preparado, a veces sin intención, aparecen frases que minan la autoconfianza del joven, “si serás capaz?”, “eres inmaduro”, “me necesitas”, “aun eres mi bebé”, “porque no haces/estudias otra cosa”, “en esta casa no tomas tus propias decisiones” induciéndolos a equivocaciones por haber sido forzados a responder como reto y rebeldía y no como una decisión personal y bien pensada. Muchas veces somos los padres quienes recordamos con más frecuencia a nuestros hijos sus debilidades y deficiencias y nos olvidamos de repetir con respeto y orgullo ante los demás y sobre todo ante ellos mismos las enormes cualidades, facultades y habilidades que poseen, nos quedamos en reconocerlas para nosotros mismos pero no comprendemos que ahora más que nunca él necesita oírlas espontáneamente y sin discursos tediosos.